miércoles, 24 de septiembre de 2014

LA BALADA DE BILLY EL NIÑO de Alfonso Domingo


Pat Garrett, antagonista del Kid, es también un héroe trágico y oscuro, que no será
el mismo después de aquella fatídica noche en la que mató al que fuera su amigo.

Esta novela con ecos de balada y corrido, músicas de la frontera, contiene documentos inéditos que ofrecen una nueva luz sobre la gran escapada, los últimos días del Niño y la causa de su asesinato.


Desde que Pat Garret acabara con él, el 14 de julio de 1881, una noche de luna llena, en Fort Sumner, Nuevo México, la leyenda de Billy el Niño no ha hecho más que crecer y agigantarse. Los hechos confusos de su muerte, su intensa vida, marcada por la violencia, los reflejos de
un código, el del viejo oeste, y las necesidades de mito, han resaltado sus facetas de ángel o demonio.
Esta novela, cuyo tiempo trascurre desde su fuga de la cárcel de Lincoln hasta su muerte, algo más de dos meses después, repasa asimismo la vida y peripecias del joven –no llegó a cumplir 22 años– Billy The Kid, hombre en busca de un lugar en el mundo o una buena muerte. Billy fue cometa que brilló con luz propia y cuya estela perduraría, sobre todo entre los hispanos, que siempre le protegieron y ayudaron. No en vano «El chavito» hablaba el español arcaico de Nuevo México.


La balada de Billy el Niño narra uno de los últimos episodios de aquel salvaje oeste que periclitaba con el final del siglo XIX. Y sin embargo, está anclada en una actualidad perpetua, ya que en ella danzan, como sombras, las grandes constantes de la condición
humana, en un diálogo entre el narrador y los protagonistas, aunque algunos estén muertos y sea conversación ésta entre tumbas. Enmarcada en unos paisajes naturales duros y grandiosos, los de Nuevo México y Arizona, tiene la historia de Billy connotaciones de un héroe clásico: el amor, la libertad, la dignidad, la amistad, la traición, la muerte.


Como una sombra que sigue al jinete, convertido en mito y en símbolo, la fama de Billy el Niño seguirá cabalgando.

EL AUTOR

Alfonso Domingo (Turégano, Segovia, 1955) ha trabajado en prensa escrita, radio y televisión. Periodista especializado en información internacional y reportero de guerra, también es autor de doce series documentales: en total más de cien trabajos documentales, algunos doblemente galardonados.
Especialista en la Guerra Civil española y la postguerra, ha publicado ensayos de historia oral como El Canto del búho (2003), Retaguardia (2004), Historia de los Españoles en la II Guerra Mundial (2009), así como la novela biográfica El ángel rojo (2009). Es coautor de El vuelo del Cuatro Vientos (2003) y autor del libro La serpiente líquida (2005), sobre mitos, ritos y chamanes del Amazonas.
Su primera novela, La Madre de la Voz en el Oído,
ganó el premio Feria del Libro de Madrid. La Estrella Solitaria (2003) obtuvo el VII premio de novela Ciudad de Salamanca. Con El espejo negro obtuvo el Premio Ateneo de Sevilla y con El enigma de Tina, el LIX Premio de Novela Ciudad de Valladolid. Ahora nos vuelve a apasionar con una historia del viejo Oeste. 
                                                          


Entrevista con el autor
La balada de Billy el niño


¿Por qué Billy el Niño? No deja de ser un tema curioso para un autor español, que nos queda un poco lejano.
Bueno, es una historia que para mí tiene mu- chos atractivos. Crecí con los mitos del oeste, con El coyote y El zorro entre otras lecturas adolescentes, héroes hispanos en lo más pro- fundo del lejano oeste. Siempre ansié conocer esos paisajes, y cuando tuve una oportunidad y un tiempo, hace algo más de diez años, me fui a vivir a Nuevo México una buena tem- porada. Volví también otra vez. En principio pensaba escribir otra novela, que se quedó a medias, sobre una tribu de indios navajos que fueron traídos a Castilla en el siglo XIX. Pero se atravesó Billy. Me di cuenta que los escrito- res norteamericanos, en su mayoría anglos, no habían tocado apenas los archivos hispanos. Y que había una historia que contar, desde ese punto de vista, el de los hispanos, los perdedo- res, junto con los indios.
También tocó el tema Ramón J. Sender en su “bandido adolescente”
En efecto, y le rindo también mi particular ho- menaje, utilizando al final su corrido de Billy. Esta sería la segunda novela escrita en espa- ñol sobre Billy, y es bastante diferente. Prime- ro, porque Sender utilizó como base el libro de Pat Garrett, que es en una gran parte una in- vención muy novelesca –solo escrito a medias por el comisario– que tenía como intención de- monizar al joven pistolero. La balada de Billy el Niño se asienta en datos contrastados, por una parte, en cosas que ahora se conocen, en mi propia investigación y en una recreación libre del carácter de Billy, de sus coétanos, amigos y enemigos, y de la época que le tocó vivir, don- de aún imperaba el código del oeste.
¿El código del oeste?
Algo que funcionaba en las praderas y las sierras, en los desiertos, con fuerza de ley. Yo mantengo que viene de la época de la caballe- ría. El oeste no se concibe sin caballos, ni a su 
manera, sin “caballeros”, aunque fueran cua- treros. Había violencia, bien es cierto, pero no había tiroteos a todas horas ni todos los días. Un arma era cara. El código protegía a los más débiles, daba máxima importancia a la lealtad y la amistad, al valor, y a adelantarse a quien te quería “madrugar”, pero siempre de frente. Los hombres lo respetaban. Pat Garrett fue consi- derado un traidor al código por la manera con la que había acabado con Billy, que en un tiem- po fue su amigo.
¿Y qué de nuevo tiene esta novela que no conozcamos ya? ¿Por qué novela y no un ensayo?
Aparte de datos de esa investigación, hay dife- rentes voces narrativas. No sólo está el narrador omnisciente en tercera persona, sino cada uno de los personajes que intervienen –muchos, la mayoría, hispanos– que cuentan en primera persona su relación con Billy, diversos aspec- tos que nos ayudan a conocer al personaje. También aquí he realizado mi particular home- naje a Juan Rulfo, con diálogos entre tumbas. Eso, que puede pensarse fantástico, es normal en aquella tierra. Los muertos y los vivos con- viven sin problemas.
¿Y qué retrato sale de Billy?
El de un joven al que no le dejaron crecer. Un pistolero más, cuatrero, que en realidad no mató directamente más que a cuatro personas –y fue en defensa propia si descartamos entre ellas la de los carceleros de Lincoln, en su último escape–. Las demás muertes en las que fue involucrado no intervino solo, sino con otros y no se le pueden achacar directamente. Un jo- ven huérfano que, como todos en aquel tiempo, quiso abrirse paso y tener su propio rancho, pero que tenía la virtud de desobedecer, de ser rebelde y al que unos y otros, amigos y enemigos, vieron como un símbolo. Para la mayoría de los hispanos fue un héroe, porque los defendió muchas veces, porque eran los débiles. Un joven muy hábil con las armas, en un universo 

UN LIBRO DE ALGAIDA NOVELA - GRUPO ANAYA

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